El dolor es una experiencia subjetiva que los seres humanos vivimos a diario que sirve para avisarnos de un peligro y tomar acción para evitar esa amenaza. Por ejemplo, cuando estamos cocinando, si acercamos mucho la mano al fuego, incluso con los ojos cerrados, nuestros receptores sentirán ese peligro y mandarán una señal dolorosa al cerebro a través de nuestros nervios. Esta señal servirá para indicarnos que estamos ante un peligro (de quemarnos) y que si no tomamos acción rápidamente (quitar la mano) nos haremos daño. De esta manera, el cerebro toma la decisión casi instantánea de apartar la mano del fuego. Además, se nos quedará grabado en nuestra memoria esta experiencia, por lo que aprenderemos que cada vez que acercamos la mano al fuego estamos ante una situación que nos va a generar dolor.
La neurociencia del dolor es la ciencia que estudia la relación del dolor con los tejidos, y cómo funciona este sistema de nuestro organismo. Originalmente se pensaba que el dolor estaba asociado al daño en un tejido, y que a medida que este tejido sanaba, el dolor iba disminuyendo. Actualmente, los estudios demuestran que el dolor crónico no funciona de esta manera, ya que, a pesar de haber un tejido plenamente sano, el dolor en la persona puede persistir.
Por tanto, debemos tener claro el siguiente concepto: dolor y daño no son sinónimos. Encontramos a personas que tienen un tejido lesionado y no sienten dolor, y viceversa, personas que sienten dolor sin presentar una lesión en sus tejidos. De esta manera encontramos varios estudios con una muestra de pacientes considerable que muestran sujetos asintomáticos con pruebas de imagen que señalan posibles lesiones en la columna de estos sujetos.
En la experiencia dolorosa de un sujeto no solo influye el estado del tejido y su función, sino también las características individuales del paciente que sufre dolor. El contexto socioeconómico, las experiencias pasadas o los factores psicosociales son algunos ejemplos de aspectos que influyen en el dolor de cualquier persona, más allá del estado del tejido.
Cuando sentimos dolor, los nociceptores (los receptores encargados de la señal dolorosa) son estimulados y mandan una señal nociceptiva al cerebro a través del sistema nervioso periférico. No debemos confundir esta señal nociceptiva con un mensaje doloroso, ya que es el cerebro el encargado de procesar esta señal nociceptiva, añadir el contexto (experiencias pasadas, carácter del paciente, …) y entonces produce la señal dolorosa y la acción correspondiente.
En conclusión, en la experiencia dolorosa del ser humano influyen múltiples aspectos más allá del estado del tejido, por lo que la próxima vez que sientas dolor, no digas, “¡Qué daño me he hecho!”. Di mejor: “¡Cómo duele!”.
Referencia: Louw A, Schuemann T, Zimney K, Puentedura EJ. Pain Neuroscience Education for Acute Pain. IJSPT. 2024;19(6):758-767. doi:10.26603/001c.118179
En Clínica Eudamy, situado en el barrio de Bami, Sevilla, contamos con una unidad de Fisioterapia en la que poder ayudarle. No dude en contactar con nosotr@s si lo necesita.
Javier A. Fisioterapeuta y entrenador. Clínica Eudamy.